PARTE 5/12, 20/12/2013)
Guión: Bryan Q. Miller
Reseña de Javier Olivares Tolosa
Con unas semanas de retraso a causa del trabajo, las navidades y los compromisos personales, con esta reseña y crítica nos ponemos al día con la actual saga de Smallville, Alien. El balance de los últimos tres números es tibio. No han sido malos, pero tampoco buenos, ni argumental ni artísticamente. En términos de guión, una historia que necesita echar mano de los Rocket Red Brigade ya me parece lastrada desde el principio. No digo que este grupo de superhéroes rusos no tengan un trasfondo interesante en sus más de 25 años de historia, pero personalmente creo que son demasiado desconocidos para resultar interesantes, y para la mayoría de los lectores (o de los seguidores de Smallville) tan solo son un puñado de soldados con armadura.
Interesantes algunas referencias como la del sobrino del primer ministro, Mikhail, hilando cabos con el episodio 4×07 de la serie (Jinx), en el que se nos presentaba a un joven corredor de apuestas de origen balcánico que podía controlar la mente (y que era la particular versión Smallville del clásico villano Mxyzptlk). Al menos esos detalles son de agradecer, aunque no aporten gran cosa más allá de la mera curiosidad y de dotar de cierta coherencia entre la serie de TV y el actual cómic.
Lo triste puede que sea que de los tres números que he reseñado hoy, el más agradable de leer haya sido el protagonizado por Batman. Muy buena pelea contra un bestial Bane, con una interesante presentación del misterio a resolver por Batman y Nightwing (y probablemente también por Lois y Chloe). ¿Quién es ese joven muerto, por qué va vestido como el Superman del nuevo origen de Action Comics, y quién es su asesino? Me parece que esa subtrama puede ser más interesante que la principal, porque el villano Monitor no me termina de convencer ni en su aspecto (parece Lex Luthor con un exceso de rayos UVA y después de haber pasado por una peluquería africana), ni en sus motivaciones. Ya no me gustó en la Crisis en las tierras infinitas en los años 80, pero dentro de aquel contexto funcionaba. Será cosa mía, pero los monitores me parecen un concepto demasiado ochentero para que hoy en día encajen en una historia moderna.
En cuanto al dibujo, me he acostumbrado a él en estos números. No es excepcional pero es cumplidor, salvando algunas expresiones faciales y una acusada carencia de fondos en ciertas viñetas. Quizá Salazar no sea un megacrack, pero en cierto modo hay que agradecérselo; porque si todos los dibujantes estuvieran al mismo nivel, no sabríamos a quién llamar megacrack.
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